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Lo que la poesía agradece al poeta que ella elige es que sepa respirar; si no, no lo elige. Que tenga una respiración perfecta de la existencia, que huela las hierbas a dos kilómetros, las hojas de los árboles a siete metros y medio, la lluvia que viene, el movimiento de las nubes. La poesía es una Ramera, se lanza a por ti, a adueñarse de todo eso. Y yo no se lo doy a nadie, yo no digo mi canción sino a quien conmigo va.

Vicente Núñez

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